Desde el lunes y hasta el martes, la Asociación Sociocultural ASCM en colaboración con la Fundación Enki ofrece a 400 escolares de doce colegios de A Coruña, la posibilidad de experimentar y conocer deportes que practican personas con discapacidad, desde la boccia, una especie de petanca, hasta el rugby.

A Iago le hace «muchísima ilusión» salir en el periódico, este lunes por la mañana podría haber hecho cualquier otra cosa, pero decidió acercarse a Palexco y ayudar como voluntario en las jornadas que la Fundación Enki organiza para que escolares de toda la provincia puedan conocer cómo son los deportes adaptados para personas con discapacidad, ya sea intelectual, como la suya, o física. Este martes repetirá experiencia y, cuando acabe el turno, habrá visto pasar a casi 400 alumnos y alumnas de doce colegios de A Coruña. «Yo tengo una discapacidad pero no importa, a mí me gusta ser voluntario, estar con la gente, ser agradable y pasarlo bomba», explica este joven de treinta años, que presta toda la ayuda que puede a los participantes en esta iniciativa.
A Gael, Enzo, Xose, Kevin, Nagore, Mara y Ángela, de sexto de Primaria del colegio O Graxal, en Cambre, el deporte adaptado que más les gusta, con diferencia, es el tenis de mesa. Este lunes pudieron practicarlo con el paralímpico coruñés Alberto Seoane, que se afanaba en devolverles las bolas que le tiraban a todos los que se enfrentaban a él. Aunque antes de esta actividad los deportistas que forman parte de Enki van a los colegios y les cuentan su historia, cómo empezaron a practicar sus deportes, por qué tienen discapacidad, si es adquirida o de nacimiento y cómo es su día a día, muchos de los estudiantes que acudieron a Palexco no se habían subido nunca a una silla de ruedas y, mucho menos, habían intentado hacer salto de obstáculos con los ojos tapados y con un compañero sirviéndoles de guía. «Es muy divertido, pero también difícil», concluyen los alumnos y alumnas de O Graxal.
«Es una actividad diferente, aprendemos cosas nuevas y descubrimos deportes que no conocíamos. No sabíamos que una persona en silla de ruedas podía andar en bici», comenta Ariadna, del colegio Cid, de A Coruña. No lo sabían ellos, que aprendieron el lunes del presidente de la Fundación Enki, Ángel Plácido López, cómo funcionan las bicis en las que se pedalea con las manos, pero hasta hace unos meses tampoco lo sabía Juan Lendoiro, que sufrió en 2022 «una caída muy fea» y se quedó sin equilibrio y sin sensibilidad en las piernas, esas que, este lunes, después de una ruta por Caión, parecían «las de un tigre» porque se cayó en dos ocasiones. «Son los moretones más ricos que he tenido en mi vida. Volver a andar en bicicleta no tiene precio», confiesa Lendoiro, que siempre fue muy deportista y que lo seguirá siendo a sus «setenta años», ahora que se ha cruzado Enki en su camino.
Encantados de haber tenido la oportunidad de meterse en la piel de personas con movilidad reducida o ciegas estaban este lunes los alumnos y alumnas del Eusebio da Guarda que confesaban que estaban mejor en Palexco «que en el colegio, estudiando». Y es que, según explica la gerente y fundadora de Enki, Carmen Touza, con actividades como esta «se aprende mucho» y los pequeños se pueden acercar a la discapacidad de una manera lúdica.
«A mí me gusta ganar en todo, así que, me alegro de que mi deporte sea el que más les guste», reconoce Alberto Seoane, que se crio sin referentes en el deporte adaptado, «más allá de cinco minutos cada cuatro años de la apertura de los Juegos Paralímpicos», y que jugó al pinpon desde pequeño con sus amigos, en las mesas de su colegio, el Compañía de María.
«Queda mucho por mejorar, pero la visibilidad que se le da ahora a los niños con los deportes es muy bueno, porque, cuando se les explica, lo ven normal. El problema es que a veces los padres hacen la labor contraria, diciéndoles que no miren o no pregunten, cuando lo que hay que hacer es lo contrario, que se informen, lo vean y lo entiendan», defiende Seoane.
Fuente: La Opinión A Coruña
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